Pues eso que Jaime y Paquita estaban allí paralizados viendo como lo destrozaban todo y dejaban la fábrica vacía, pero entonces Jaime reaccionó. Se escuchó un sonido que nunca antes se había escuchado en el pueblo, algo paranormal.
Jaime y Paquita vivían en una casa muy pequeña, antigua y en la que no quedaba ya casi ningún vecino, tan solo un hombre algo mayor que se había quedado viudo y no tenía ningún ahorro para salir adelante. El caso es que el matrimonio dueño de la fábrica, tenía muchas hectáreas de campo y en dicho campo existía una especie de granero en el que ningún miembro del pueblo había entrado jamás. Quizá allí estuviera la criatura de la que procedía ese sonido.
Al escuchar el ruido, Olivillo y su mafia, se quedaron boquiabiertos ante una bestia tan semejante. Era negra, de unos 5 metros de altura y 2 o 3 de anchura, con algo de chepa y con una cara monstruosa – era un monstruo -. De su nariz gigante le colgaban unos mocos que podían llenar fácilmente dos bañeras, de su boca desmesurada le colgaban unos chorros de babas en proporción con su larga lengua y en esa misma boca, tenía dos grandes colmillos parecidos a los de dos morsas gigantescas.
La banda de Olivillo no dudó en salir corriendo de aquel sitio, ya que sus disparos no le hacían daño al “animal”. Olivillo para hacerse el valiente, se quedó el último y dijo al matrimonio que esto no quedaría así.
No hay comentarios:
Publicar un comentario